Liderarse en situaciones de incertidumbre

Todos somos conscientes de que en estos momentos estamos viviendo uno de los periodos de mayor incertidumbre y menor predictibilidad. Esta situación de incerteza afecta a las personas y genera sentimientos de intranquilidad. Las crisis contribuyen a aumentar el miedo a tomar decisiones y a asumir el riesgo que requiere la transformación. Por ello, en estos momentos, más que nunca, los líderes, necesitan valentía y coraje para asumir riesgos, porque si aparecen desconfianzas, se pierde la oportunidad de la innovación y de la creatividad. Recordemos que las mejores oportunidades vienen en tiempos de crisis y no en momentos de estabilidad. Hace no mucho, en un capítulo de los Simpsons, Lisa nos recordaba que los chinos usan la misma palabra para designar crisis y oportunidad.

¿Quiere esto decir que en estos momentos no existen líderes preparados para gestionar un futuro tan dudoso?, ¿y para la toma de decisiones difíciles? No, tenemos buenos referentes de ello; profesionales, empresarios, cocineros, artistas, deportistas … tomemos ejemplos de ellos, y seamos creativos centrándonos en lo que queremos para pasar a la acción.

Los líderes, directivos, profesionales, en general. Todos, debemos para seguir hacia adelante, desarrollar la capacidad de anticiparnos a los cambios futuros, cambios que empiezan por uno mismo, desde dentro de nosotros hacia afuera. Además, hay que estar atentos a los cambios de nuestro entorno, y por tanto, hay que ser flexibles en nuestra forma de actuar, aprender de los errores y desaprender aquellas cosas que frenan nuestro avance.

Una de las misiones principales de los líderes es reducir ambigüedades e incertidumbres. Las personas por naturaleza somos cautos ante lo desconocido, nos resulta incómodo detectar, predecir, anticiparse a lo que no conocemos y preferimos gestionar a partir de lo conocido. Pero no olvidemos que todas las personas llevamos en nuestro interior una serie de cualidades, habilidades y competencias que, si las detectamos y las entrenamos, nos van a servir como punto de partida para minimizar todas estas ambigüedades e incertidumbres y a la vez nos ayudarán a sacar lo mejor de nosotros mismos.

Como personas, preferimos saber qué sucede fuera, y no nos detenemos mucho tiempo en averiguar qué está pasando dentro de nosotros, qué cambios se están produciendo o se pueden producir, cómo crecemos, evolucionamos, hacia qué metas y retos nos dirigimos. El cambio es la llave que nos abre la puerta de la creatividad y por tanto, de la innovación, esta última considerada como una de las herramientas principales para salir de la situación coyuntural en la que nos encontramos. Para ello propongo hacer una exploración profesional de cada uno de nosotros, un análisis que nos ayudará a conocer y ratificar, en este momento, nuestras habilidades y capacidades, así como nuestras áreas de mejora y fortalezas claves en nuestros trabajos. Todo ello servirá como punto de partida para continuar o iniciar nuevos proyectos que queramos alcanzar con resultados extraordinarios.

¿En qué se basa una exploración a sí mismo? la exploración de uno mismo es un aprendizaje para profundizar en nuestras propias competencias, entrenarlas y ejercitarlas para convertirlas en habilidades: es un proceso que promueve un cambio individual en la manera de liderarse a sí mismo. Se adquiere un compromiso que pasa por revisar y cambiar ciertas creencias, valores, actitudes y conductas limitantes que pueden estar obstaculizando la obtención de los resultados esperados. Todo el proceso debe realizarse de forma voluntaria, y no hay que olvidar que cada uno de nosotros somos responsables de nuestro crecimiento como personas y profesionales. Como decimos en términos de coaching “cambiar de la situación de víctima a responsable”.

¿Cuándo realizarla? personalmente, creo profundamente que el cambio es la llave que nos abre la puerta de la creatividad y por tanto, a la innovación. Por tanto, estamos en el momento. Es un momento óptimo para innovar, la tan nombrada crisis no nos debe frenar, sino debe ser un factor impulsor y facilitador. No hay que perder el espíritu emprendedor, hay que promover espacios facilitadores, invertir en formación e investigación y en definitiva, comprometerse y no tener miedo al fracaso, porque de los errores aprendemos.

¿Cómo realizarla? puede ser apoyándonos en la experiencia de un profesional, que nos acompañará durante un periodo de reflexión, nos preguntará, nos hará de espejo para que encontremos la solución. Además, nos descubrirá cuáles son nuestros verdaderos intereses y en dónde podemos desarrollarnos mejor, así cómo encajar nuestros retos con una visión más a largo plazo en nuestras vidas. El profesional hará de puente entre la persona que somos y la que podemos llegar a ser.

¿Y para qué? para estar al mando de uno mismo, para tener libertad de acción, para que nuestros retos se conviertan en una realidad. Para aceptar las limitaciones de cada uno, "somos humanos; hoy podemos perder, pero por qué no, mañana ganar”. Para que todos aquellos obstáculos que van apareciendo se conviertan junto con nuestras fortalezas en peldaños que nos acercan a un crecimiento interior y de superación. En definitiva para evolucionar como personas.

No pensemos que las cosas van a cambiar, si siempre hacemos lo mismo, como decía Einstein, “la creatividad nace de la angustia, y es de la crisis de donde nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias”.