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Los malos oradores ignoran al público con su mirada

Consejos para hablar en público con eficacia

Aprende a hablar en público y a comunicar con eficacia con Paco Grau.

Paco Grau-Cursos de Hablar en Público

Paco Grau-Cursos de Hablar en Público

Publicado el lunes, 16 de mayo de 2016 a las 12:33

Hay oradores a los que les da igual hablar ante dos, ante veinte o ante doscientos; pero no porque sean buenos oradores, sino porque, simplemente, ignoran al público al que se supone que dirigen sus palabras; ¡no les miran!
 
Piensan que así no se distraerán mi sentirán agobios ante la visión "terrible" de los ojos de esas personas clavados en él. Sin ser conscientes de que así restan eficacia a su comunicación que, de hecho, no existe porque no hay conexión visual entre el orador y su público. Y, como dice Alan Pease"Sólo cuando dos personas se miran directamente a los ojos existe una base real de comunicación". Y, en otras ocasiones, el mal orador habla limitándose a mirar a una sola persona: un amigo, un colaborador, un subordinado o, símplemente, alguien que le cae bien. Y, al hacer eso, insisto, está ignorando al resto de destinatarios de su mensaje, al resto de presentes en la sala. 
 
Pero, pongamos la situación al revés. Imagínate que tú das una conferencia, una charla, una clase o haces una presentación de un proyecto, y que ninguna de las cincuenta personas que asisten al acto te estuviera mirando a ti. Unos consultan los mensajes de su móvil, otros están muy interesados observando por la ventana el vaivén de las ramas de los árboles, otros miran al techo, pensando que necesita una mano de pintura, otros cuantos se fijan en los cuadros que adornan las paredes, otros observan con atención los cogotes y los pelos de los de la fila de delante, alguno observa de reojo a una chica preciosa y elegante que está a su derecha, dos filas por delante; esa chica, a su vez, está observando a un señor que hay a pocos metros de ella y está tratando de recordar si le conoce o no y si, por tanto, debe saludarle al terminar la charla o no debe hacerlo... ¡Ninguno te mira porque ninguno te presta atención! 
 
Y tú, claro, lo percibes así y eso te va desmotivando, te va haciendo perder la concentración en tu mensaje y no encuentras la forma de recuperar su atención porque sientes que no les importa nada lo que les estás diciendo. ¡Te lo están transmitiendo con su "no mirarte"! Y te dan ganas de enviarles a la porra y largarte de allí. Vaya fracaso, ¿verdad? Tú les miras pero ellos no te corresponden.

Pues exactamente lo mismo pasa cuando la situación es al revés: cuando eres tú, mal conferenciante, pésimo comunicador, quien no mira a su público, que se esfuerza por atender a lo que dices y que te está mirando y escuchando con verdadero interés, ansioso de conectar contigo y de entenderte. Pero tú no les haces ni caso. ¡No les miras! 

Tú te muestras ajeno a ellos y a sus emociones, te muestras disperso, inseguro, tímido, asustado y, en definitiva, alejado por completo de lo que debe ser un buen orador. Así no vas a conseguir conectar con tu público y, por tanto, tu mensaje se desparramará por el suelo como el agua de un vaso que se cae, sin llegar donde tiene que llegar: a las mentes y a los corazones de quienes te escuchan.

El buen orador no sólo sabe lo que dice, sino que transmite conocimientos y pasión en la forma en que lo dice. El buen orador, el buen comunicador, a través de su mirada, dirige su mensaje con eficacia al público que le escucha. Sin miedo, sin tensión, con naturalidad, con afecto; incluso, como me gusta enseñar a mis alumnos, con cariño hacia esas personas que han tenido la gentileza de sentarse a escuchar lo que tienes que decirles.

Pero, para conseguir la empatía con tu público, que de eso se trata, es absoluta y totalmente imprescindible que les mires a los ojos mientras les hablas. Sólo así transmitirás tus emociones porque, como dice Goleman"Mientras las ideas se transmiten a través de las palabras, las emociones lo hacen de un modo no verbal". Y no debemos olvidar que "comunicar" es transmitir emociones.

Ya puedes escribir y preparar el mejor de los discursos. Si no lo pronuncias con la emoción adecuada (comunicación no verbal) no estarás comunicando. Estarás, tan sólo, hablando.

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